En esta ocasión el número de socios que asistieron fue menos numeroso que de costumbre, sin embargo la jornada resultó de lo más entretenida.
Los actos se fueron sucediendo durante todo el día, manteniendo a todos ocupados y participando de la fiesta.
Para comer hubo un típico asado argentino, acompañado con buen vino. Después, unos charlaban, otros jugaban al “truco” y, ¡como no!, siendo una reunión de tangueros, no podía faltar el baile, con lo cual se improvisó una pequeña milonguita en el salón, suficiente para acabar con el “mono” de tango.
Para terminar, la cena, cuya sobremesa se alargó, hasta el amanecer, y eso que a algunos les quedaba una hora de viaje.
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